Según Elio Masferrér, los movimientos originarios de la India son muy grandes; colocan en un
extremo a los Hare Krishna que enseña una práctica espiritual con acentos
devocionales y con un modelo védico, basado en las antiguas Escrituras Sagradas que dicen ser tan antiguas como la creación misma de la tierra. La peculiaridad de estos movimientos, es que no son muy distintos a los de occidente, la diferencia lo hacen los devotos Hare Krishna viven su religiosidad día a día, convencidos de la existencia de Dios, de la reencarnación y el karma, lo que los lleva a vivir su religiosidad de manera diferente pero de forma inclusiva con las demás religiones, no discriminan religión alguna ya que Dios es uno solo.
Por su parte, Jaume Valverdú señala que la mayoría de los
nuevos conversos al movimiento Hare Krisna en España es de origen nacional u
occidental. El paso decisivo que determina su incorporación se da a una edad media aproximada
de 25 años, procedentes de una franja socio económica media o media-alta, y se
caracteriza principalmente por su contenido emocional. En efecto, el
“despertar” emocional del descubrimiento o encuentro aparece en casi
todos los relatos de conversión. La experiencia interna intensa, sobre todo con
el canto colectivo del maha-mantra Hare Krishna, es la que predomina en el
primer contacto y va unida a la identificación de lo descubierto con un
completo estado de energía, alegría y bienaventuranza.
Según Constanza Ávila, las bases de la filosofía Hare Krishna
se encuentran en Los Vedas y, más específicamente, en el Bhagavad Gita, textos
milenarios que revelan los secretos del alma humana. “Veda” quiere decir
“conocimiento” o “revelado”, en el idioma sánscrito, el idioma más antiguo de
la humanidad. Estos textos fueron hablados directamente por Dios, quien se presenta
con el nombre de Krishna, y han existido desde antes que el tiempo mismo. El
Bhagavad Gita, eje central de Los Vedas, enseña que el propósito del estudio de
estos textos es alcanzar amor puro por Krishna, y que aquello constituye la
perfección de la vida humana. Krishna significa el “Supremo Atractivo”. Se dice
que entre los muchos nombres y formas que tiene Dios, Krishna es la forma en
que los seres humanos podemos establecer una relación personal con Él a través
del estudio de Su personalidad. Los humanos, explican Los Vedas, tenemos
algunas características de Dios, pero de manera limitada y muchas veces
distorsionada, por lo que al conocer la personalidad de Dios nos sentimos
naturalmente atraídos. Krishna explicó el conocimiento védico a Brahma, un
subordinado de Krishna quien fue el encargado de crear el mundo material.
Brahma, a su vez, detalló al sabio Narada Muni lo que había escuchado. Así nace
el parampara, que significa cadena de sucesión discipular, y que consiste en
traspasar el conocimiento de maestro en maestro. El parampara es de suma
importancia para el estudio védico, ya que esto asegura que el conocimiento es
recibido de una fuente autorizada.
Para Jaime Vallverdú[1],
este movimiento nace con el abandono de los valores culturales dominantes y de
las creencias religiosas previas, para convertirse en adherentes de nuevas
formas de espiritualidad, las cuales se presentan con un carácter diferencial a
los modelos religiosos convencionales en lo que respecta a la oferta espiritual
y al estilo de vida. La insatisfacción en un tipo de sociedad hace que muchos
jóvenes opten por los misticismos orientales. En este sentido, la contracultura
tiene un papel fundamental en la gestación del movimiento Hare Krishna
Por otro
lado, el atractivo
inicial de aquella novedad o alternativa a la qué aferrarse en momentos
críticos se desvanece pronto, pero el gran “descubrimiento” pone punto y final a la
“búsqueda” y a la ansiedad generada por el hecho de “no encontrar”. Se trata,
pues, de un descubrimiento directamente relacionado con la situación de crisis, con los sentimientos y significados que proporciona para contrarrestarla, de manera que estimula una determinación real del sujeto más allá
de la simple curiosidad o simpatía.
En esa línea, “cuando conocemos a Krisna y el movimiento, podemos reconocer realmente que eso era lo que en realidad buscábamos, que eso
es lo que nos hacía falta, que estábamos perdidos y que, por primera vez
durante mucho tiempo, entendemos las cosas. La vida cobra sentido, cobra
lógica, empieza a tener transparencia y empieza a tomar coherencia. Uno empieza
a desarrollar una visión detallada y global de todo lo que ocurre a su
alrededor. Porque cuando uno está en la calle, lo primero que uno comprende es
que evidentemente no vale para nada. Así de sencillo. Para estar ahí tienes que
cantar Hare Krisna, tomar refugio” (Dhruvanatha).
[1] Jaume Vallverdú se doctoró en
Antropología Social y Cultural en la Universitat Rovira y Virgili (España). Actualmente es
profesor lector en la misma universidad y profesor consultor de Estudios de
Humanidades y Filología de la Universitat Oberta de Catalunya. Sus intereses se
han centrado en el estudio de movimientos religiosos y sociales contemporáneos
realizando su investigación doctoral
sobre el movimiento Hare Krisna
en España.
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